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Ayuntamiento de Umán, Yucatán no quiere a las gallinas de patio

Expulsar a las gallinas: una medida arbitraria y poco sensata

Columna semanal: De Frente

Por: Arquímedes

El intento de disposición del Ayuntamiento de Umán de prohibir la crianza de animales de traspatio en zonas urbanas ha generado una ola de indignación entre los ciudadanos. Y no es para menos: la medida afecta directamente a muchas familias que dependen de esta práctica tanto para su alimentación como para su sustento económico.
Dicha disposición fue publicada en el facebook del H. Ayuntamiento de Umán 2024-2027 y posteriormente ante la indignación de gente no les quedó otra que bajar dicha publicación, pero se les olvidó que las redes si tienen memoria.
La alcaldesa Kenia Walldina Sauri Maradiaga ha demostrado una vez más su falta de conexión con la realidad de los habitantes de Umán. Lejos de buscar soluciones equilibradas que armonicen la tradición con la modernidad, ha optado por una prohibición tajante y restrictiva. Es cierto que el crecimiento urbano conlleva retos en materia de higiene y convivencia, pero erradicar de un plumazo una costumbre arraigada no es la respuesta.

Es importante recordar que muchas familias de escasos recursos dependen de la crianza de gallinas y otros animales para complementar su economía. No es un capricho ni una afición pasajera, sino una necesidad real. Además, existen terrenos amplios en la zona urbana donde esta práctica puede llevarse a cabo sin generar molestias a los vecinos. En lugar de prohibir, el Ayuntamiento podría optar por regulaciones que garanticen el orden y la salubridad sin afectar a quienes dependen de esta actividad.

Otro aspecto que se ha pasado por alto es el valor cultural y emocional que la crianza de animales representa para muchas personas, especialmente para los adultos mayores. Para ellos, cuidar de sus gallinas y regar sus plantas no es solo una actividad diaria, sino una forma de mantenerse activos y conectados con sus raíces.

La reacción ciudadana fue inmediata y contundente. Las redes sociales se llenaron de críticas y reclamos, al punto que la publicación original del Ayuntamiento fue eliminada sin explicaciones. Esto demuestra que la medida fue impuesta sin el debido consenso y sin considerar el impacto en la población.

Si el objetivo es mejorar la calidad de vida en la ciudad, lo correcto sería establecer normas que permitan la crianza responsable en condiciones adecuadas, en lugar de erradicarla de manera indiscriminada. La autoridad municipal debería reconsiderar su postura y dialogar con los ciudadanos antes de tomar decisiones que afectan su vida cotidiana y su patrimonio.

El desarrollo de una comunidad no se logra suprimiendo sus costumbres, sino encontrando el equilibrio entre el progreso y la identidad local.

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